viernes, 23 de mayo de 2014

Perseguir, alimentar y realizar nuestros sueños





 Observando: obra de "Rosa Mª Gallego"


Nuestros verdaderos sueños personales en ocasiones pueden sentirse como necesidades vitales, más que como ilusiones. Podemos desear muchas cosas y podemos ilusionarnos con ellas, pero también pronto nos cansaremos y alejaremos, dejándolas de lado.  Creo que cuando el deseo se convierte en una necesidad prioritaria, quizás sea la señal de que es nuestro verdadero sueño personal, siempre que sea creativo y sano, claro está. Este tipo de sueño nos estimulará, nos dará fuerza, motivación, ganas de construir, crear... nunca nos permitirá dañarnos ni dañar a nadie. Más bien querrá ser una contribución social. Los hay de muy diferentes tipos: de creatividad, investigación, pedagógicos, asistir y cuidar de otros, sociales... el abanico es muy amplio; cada cual puede escucharse a sí mismo y ver qué es lo que realmente le estimula y saber poner allí su energía. Nuestro verdadero sueño podrá dar a nuestra existencia un eje que podrá convertirse en una especie de columna vertebral, que permitirá enderezar nuestra vida y movernos con pasión en el día a día. Nos dará energía para ir  derribando posibles obstáculos y  tener la suficiente paciencia de ir paso a paso hacia la meta propuesta.

También es posible que hallemos nuestro sueño por pura casualidad, sin saber que teníamos una predisposición innata hasta haber conectado con él, por puro azar de unas determinadas circunstancias. Sea como sea nuestra intuición nos dirá que lo sigamos.

Para algunas personas este objetivo es tan claro, que ya de pequeños son conscientes de él y cuando crecen se ponen a realizarlo de inmediato, otros tendrán que descubrirlo y unos cuantos aún conociéndolo lo extraviarán para reencontrarlo más tarde.

En mi caso a los 7 años me encantaba hacer dibujos para otros niños, por el puro hecho de crearlos y entretenerme. Cuando me preguntaron en el colegio que quería ser de mayor, respondí con convicción y seguridad: pintora; pero luego los años pasaron y no supe elegir correctamente mi salida profesional, pues en aquel momento no sabía que las hubieran y fueran rentables en el campo artístico, para poder vivir de ellas. Así que derivé en una formación profesional administrativa y empecé a trabajar cuando finalicé los estudios. Esta mala elección me pasó factura años más tarde física y psicológicamente. Dentro de mí algo me decía que me había equivocado en algo muy importante: la profesión tenía que ser vocacional y seguramente las fuerzas creativas que existían en mí, al no poder darles salida, se revelaron en forma de ansiedad y desasosiego. De todas formas esta sublevación energética hizo que me pusiera en marcha y subsanara el hecho de haber menospreciado el arte, arrinconándolo en mi vida. Así es que la ansiedad vivida en aquellos momentos fue el motor de búsqueda incesante de un espacio para poder dedicarme al arte: un taller. Esta necesidad fue vivida más fuerte que el hambre y el sueño, era vital realizar cambios en mi vida para poder sanar. Así que también empecé a encontrar tiempo para pintar después del trabajo y también incluí los fines de semana, ya que esta actividad me demandaba cada vez más tiempo y dedicación. También me matriculé en una escuela de arte, para adquirir los conocimientos básicos, aunque prácticamente me considero autodidacta, pues nunca he seguido al pie de la letra  los tecnicismos pictóricos. La práctica, experiencia y descubrimientos del día a día del propio artista creo que es lo que le hace  progresar. Poco a poco mi destreza fue  prosperando y poco a poco pude darle una salida más profesional a mi arte, con lo cual también mejoró mi estado emocional y crecimiento interior.

En la actualidad tengo dos trabajos: uno profesional que me da una cierta estabilidad y el otro artístico vocacional más inestable, pero me siento en paz conmigo misma por poder canalizar las energías creativas y mostrar mis obras en exposiciones y ferias, sabiendo que podrán verlas y adquirir alguna en cualquier momento. Por otro lado esta circunstancia laboral dual me da más libertad para crear y recrearme en cada obra que realizo,  sin estar sometida a presiones por plazos impuestos por terceros.

Iniciamos nuestro sueño como se pueda, es como el andar de los niños, no saben pero intentan levantarse y un pie sigue al otro y poco a poco empiezan a andar. Al principio no dominas los pinceles ni tienes precisión en los trazos, podría decirse que hay hasta cierta torpeza; pero lo importante es experimentar, la misma pasión con el pasar de los días, junto con el estudio y la observación hace que se progrese y como no también existe el factor inspiración, que sólo nos pide para asistirnos que estemos trabajando.

Sabes que persigues un sueño, quizás sea una quimera; ni tan siquiera se tiene la certeza de que se va a llegar al final del camino, tan sólo se sabe que se está en la ruta que nuestra alma ha elegido, porque conoce que está destinada a seguirla y sabe que para hallar cierta paz tiene que recorrerla y  que de no hacerlo podría, aunque fuera en un recóndito lugar, sentir cierta frustración.

Día a día también nuestro sueño personal nos alimenta  y nos hace crecer como personas y lo más bonito es que la realización de nuestro sueño también alimentará a otros.



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