El saber perdonar nos trae salud a nuestro cuerpo, ya
que nos libera de la toxicidad que trae consigo el rencor.
A veces parece que es más
fácil perdonar desde una consciencia religiosa, porque invita a ejercerlo, se
nos recuerda su importancia; pero creo que en la sociedad en que vivimos, donde
se rinde un culto excesivo a la personalidad, donde la empatía no abunda, la
cualidad del perdón está velada por el
orgullo personal y por una falta de potenciación de los valores espirituales.
Estos valores existen, pero minoritariamente. Así que desde mi punto de vista,
tendremos que aprender a ejercitar con más soltura el perdón, por la sencilla razón que nos ayuda a liberar
el resentimiento y a no cerrar nuestro
corazón. No es nada fácil perdonar cuando sentimos que nos han herido, se han
burlado o no nos han tratado con respeto, pero
si somos conscientes que perdonar también es una cuestión de salud,
quizás nos será más fácil. Nos permite no endurecernos y nos invita a aumentar
nuestra comprensión para así poder ejercer el perdón. Nos ayuda a madurar y a
crecer como personas y lo más importante nos reporta salud física y
psicológica.
Perdonar
no quiere decir tolerar. Perdonar es liberarse del rencor voluntariamente y tolerar es permitir, no
hacer nada para que alguna situación que no nos favorece cambie. Son dos cosas
bien distintas.
Se trata
de perdonar para preservar nuestra salud física y mental. Sencillamente nos
sentiremos más ligeros haciéndolo y también nuestro corazón espiritual lo
agradecerá. Perdonar es liberar nuestra memoria de la toxicidad del dolor de un recuerdo. Si
aprendemos a hacerlo en el momento en que se produce un hecho,
ayudamos a nuestra memoria a no almacenar más dolor, dejamos de acumularlo. En
cuanto al que ya tenemos almacenado, ese por si solo irá saliendo dosificado en
determinadas situaciones, ofreciéndonos en cada una de ellas la posibilidad de
ser sanado. Todo dependerá de que estemos los suficientemente despiertos en ese
momento, para revivirlo sin resistencia alguna a plena conciencia y no dialogar
con él, solo verlo, para que nos traspase y se marche para siempre. Esto no es
fácil, pero intentarlo ya es un
verdadero reto que tiene su mérito.
Retener el dolor con el resentimiento, no nos ayuda a evolucionar ni a ver las
cosas desde el presente, sino que nos ata al pasado y obstaculiza el vivir
el hoy con plena libertad, ya que arrastramos con nosotros ese dolor que
no supimos liberar.
Cristo Obra de: "Rosa Mª Gallego" |
Nos urge
aprender y hacer del perdón un hábito en nuestras vidas para poder mejorarla.
Como todo nuevo hábito nos va a costar incorporarlo, pero todo es cuestión de
práctica; un día tras otro, no importar que a veces no lo consigamos de buenas
a primeras, pero si es importante reconocer que necesitamos implantarlo en
nuestras vidas, para poder subir un escalón más en nuestro crecimiento
espiritual y también para preservar nuestra salud.
Cuando
nos cuesta perdonar el primer paso es tomar conciencia de la resistencia de no
querer hacerlo y sencillamente observarlo. El segundo paso podría ser aplicar las palabras del
“Ho’oponopono” como si de un mantra se tratara: “lo siento, perdona, te amo,
gracias. Repetirlo hasta que notemos que nos calmamos en nuestro interior”.
Al igual
que desecharíamos alimentos insalubres, también debemos limpiar nuestra mente y
nuestro corazón de los elementos tóxicos que se hayan instalado, por
negligencia, porque por lo general no se nos educa para perdonar, sino todo lo
contrario para albergar resentimientos, sentimientos de revancha, venganza y en
casos extremos para el odio. Cansados
estamos de oír en conversaciones: “me la va a pagar….”, “este se va acordar de
mí…”, “pero que se ha creído… se la voy a devolver….”.
Creo que
tenemos que empezar cuanto antes, para ir deshaciendo poco a poco, todo el
dolor que la humanidad ha acumulado y hay que empezar por uno mismo, hasta que
consigamos extenderlo mayoritariamente; creo que sería necesario instalarlo en
la educación de nuestros hijos, si queremos una sociedad más humana, más
espiritual. Eso sí, sin dogmatismos, ni imposiciones, todo de forma natural y
desde el libre albedrio. Creo que en este caso
además de las reflexiones y las palabras, es importante practicar con el
ejemplo, los niños son muy miméticos.
Recordar
que si en una familia la falta de perdón está instaurada, será fácil que
puramente por aprendizaje los hijos también lo adquieran. Claro que habrá, como
siempre, la excepción de la regla y aun así habrá niños que ya vienen con el
perdón gravado en su corazón desde su nacimiento, pero estos serán pocos.
Desde
aquí hago una invitación a probarlo, a experimentar como nos sentimos por
dentro cuando perdonamos al momento. Se puede debatir aquello que no nos gusta
o no estamos de acuerdo desde una posición más neutra, más pacífica y también
quizás podemos esperar a hacerlo en otro momento en que sintamos que el otro
está más predispuesto, menos cerrado.
¿Qué nos
puede ayudar a perdonar? Ya sabemos, que no siempre es fácil, así que podemos
recordar que muchas veces las personas decimos las cosas sin pensar, puro
automatismo; otras sencillamente no actuamos bien porque estamos reviviendo una
herida emocional o porque la negatividad se ha apoderado en aquel momento de
nosotros. Creo que ver que la gran mayoría actuamos de forma inconsciente,
quizás nos pueda ayudar a tomar más perspectiva y a personalizar menos las
acciones o respuestas que recibimos de los otros. Para las personas que profesen algún tipo de
fé religiosa, pueden apoyarse en su religión para tomar fuerzas.
La
medicina del perdón es gratuita y está al alcance de todos, solo hay que querer tomarla y ponerla en práctica.
Por
último me gustaría transcribir unas palabras del libro “Los diez secretos para el éxito y la paz interior” de Wayne W. Dyer
que dice así:
“…Básicamente estoy
instándole a que deje de tomarse su vida de una manera tan personal. Puede
poner fin a cualquier sufrimiento recordándose a sí mismo que nada en el
universo es personal. Evidentemente, le han enseñado a tomarse la vida de una
manera muy personal; pero se trata de una ilusión. Doblegue su ego y libérese
del todo de tomarse nada en absoluto personalmente.”
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