jueves, 20 de marzo de 2014

La medicina del perdón





El saber perdonar nos trae salud a nuestro cuerpo, ya que nos libera de la toxicidad que trae consigo el rencor.

A veces parece que es más fácil perdonar desde una consciencia religiosa, porque invita a ejercerlo, se nos recuerda su importancia; pero creo que en la sociedad en que vivimos, donde se rinde un culto excesivo a la personalidad, donde la empatía no abunda, la cualidad del  perdón está velada por el orgullo personal y por una falta de potenciación de los valores espirituales. Estos valores existen, pero minoritariamente. Así que desde mi punto de vista, tendremos que aprender a ejercitar con más soltura el perdón,  por la sencilla razón que nos ayuda a liberar el  resentimiento y a no cerrar nuestro corazón. No es nada fácil perdonar cuando sentimos que nos han herido, se han burlado o no nos han tratado con respeto, pero  si somos conscientes que perdonar también es una cuestión de salud, quizás nos será más fácil. Nos permite no endurecernos y nos invita a aumentar nuestra comprensión para así poder ejercer el perdón. Nos ayuda a madurar y a crecer como personas y lo más importante nos reporta salud física y psicológica.

Perdonar no quiere decir tolerar. Perdonar es liberarse del rencor  voluntariamente y tolerar es permitir, no hacer nada para que alguna situación que no nos favorece cambie. Son dos cosas bien distintas.

Se trata de perdonar para preservar nuestra salud física y mental. Sencillamente nos sentiremos más ligeros haciéndolo y también nuestro corazón espiritual lo agradecerá. Perdonar es liberar nuestra memoria de la  toxicidad del dolor de un recuerdo. Si aprendemos  a hacerlo  en el momento en que se produce un hecho, ayudamos a nuestra memoria a no almacenar más dolor, dejamos de acumularlo. En cuanto al que ya tenemos almacenado, ese por si solo irá saliendo dosificado en determinadas situaciones, ofreciéndonos en cada una de ellas la posibilidad de ser sanado. Todo dependerá de que estemos los suficientemente despiertos en ese momento, para revivirlo sin resistencia alguna a plena conciencia y no dialogar con él, solo verlo, para que nos traspase y se marche para siempre. Esto no es fácil, pero intentarlo ya es  un verdadero  reto que tiene su mérito. Retener el dolor con el resentimiento, no nos ayuda a evolucionar ni a ver las cosas desde el presente, sino que nos ata al pasado y obstaculiza el  vivir  el hoy con plena libertad, ya que arrastramos con nosotros ese dolor que no supimos liberar.



Cristo
Obra de: "Rosa Mª Gallego"

 
Nos urge aprender y hacer del perdón un hábito en nuestras vidas para poder mejorarla. Como todo nuevo hábito nos va a costar incorporarlo, pero todo es cuestión de práctica; un día tras otro, no importar que a veces no lo consigamos de buenas a primeras, pero si es importante reconocer que necesitamos implantarlo en nuestras vidas, para poder subir un escalón más en nuestro crecimiento espiritual y también para preservar nuestra salud.

Cuando nos cuesta perdonar el primer paso es tomar conciencia de la resistencia de no querer hacerlo y sencillamente observarlo. El segundo paso  podría ser aplicar las palabras del “Ho’oponopono” como si de un mantra se tratara: “lo siento, perdona, te amo, gracias. Repetirlo hasta que notemos que nos calmamos en nuestro interior”.

Al igual que desecharíamos alimentos insalubres, también debemos limpiar nuestra mente y nuestro corazón de los elementos tóxicos que se hayan instalado, por negligencia, porque por lo general no se nos educa para perdonar, sino todo lo contrario para albergar resentimientos, sentimientos de revancha, venganza y en casos extremos para el odio.  Cansados estamos de oír en conversaciones: “me la va a pagar….”, “este se va acordar de mí…”, “pero que se ha creído… se la voy a devolver….”.

Creo que tenemos que empezar cuanto antes, para ir deshaciendo poco a poco, todo el dolor que la humanidad ha acumulado y hay que empezar por uno mismo, hasta que consigamos extenderlo mayoritariamente; creo que sería necesario instalarlo en la educación de nuestros hijos, si queremos una sociedad más humana, más espiritual. Eso sí, sin dogmatismos, ni imposiciones, todo de forma natural y desde el libre albedrio. Creo que en este caso  además de las reflexiones y las palabras, es importante practicar con el ejemplo, los niños son muy miméticos.    

Recordar que si en una familia la falta de perdón está instaurada, será fácil que puramente por aprendizaje los hijos también lo adquieran. Claro que habrá, como siempre, la excepción de la regla y aun así habrá niños que ya vienen con el perdón gravado en su corazón desde su nacimiento, pero estos serán pocos. 


Desde aquí hago una invitación a probarlo, a experimentar como nos sentimos por dentro cuando perdonamos al momento. Se puede debatir aquello que no nos gusta o no estamos de acuerdo desde una posición más neutra, más pacífica y también quizás podemos esperar a hacerlo en otro momento en que sintamos que el otro está más predispuesto, menos cerrado.  

¿Qué nos puede ayudar a perdonar? Ya sabemos, que no siempre es fácil, así que podemos recordar que muchas veces las personas decimos las cosas sin pensar, puro automatismo; otras sencillamente no actuamos bien porque estamos reviviendo una herida emocional o porque la negatividad se ha apoderado en aquel momento de nosotros. Creo que ver que la gran mayoría actuamos de forma inconsciente, quizás nos pueda ayudar a tomar más perspectiva y a personalizar menos las acciones o respuestas que recibimos de los otros.  Para las personas que profesen algún tipo de fé religiosa, pueden apoyarse en su religión para tomar fuerzas.

La medicina del perdón es gratuita y está al alcance de todos, solo  hay que querer tomarla y ponerla en práctica.

Por último me gustaría transcribir unas palabras del libro “Los diez secretos para el éxito y la paz interior” de Wayne W. Dyer que dice así:

“…Básicamente estoy instándole a que deje de tomarse su vida de una manera tan personal. Puede poner fin a cualquier sufrimiento recordándose a sí mismo que nada en el universo es personal. Evidentemente, le han enseñado a tomarse la vida de una manera muy personal; pero se trata de una ilusión. Doblegue su ego y libérese del todo de tomarse nada en absoluto personalmente.”     

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario