Nacemos con un gran índice de consciencia, pero a medida que vamos
creciendo se va adormeciendo al mismo tiempo que, capa tras capa, se va tapando
y poco a poco vamos perdiéndola de vista y en lugar de dejarnos guiar por ella,
la sustituimos por todo un complejo sistema mental, creado por un sinfín de
normas que hemos ido adquiriendo a través del vivir de los años.
La consciencia no necesita de conceptos, ni teorías pues ve las cosas
por sí mismas, tal cual son. No juzga, ni critica pues va más allá de los
hechos, tiene una visión más global y no
es personalista. Ve las cosas desde muchos ángulos diferentes y por eso, le es
fácil descubrir la verdad que se oculta detrás de los hechos. Tiene una
sabiduría natural, innata y descontaminada de todo concepto preconcebido. La conciencia está más allá de la dualidad,
del bien y el mal, pero siempre busca soluciones que son sanas y jamás serán
dañinas. La consciencia se caracteriza también por ser un centro de paz.
Reencontrarse uno mismo, más que
añadir es quitar. Dejar ir todo lo que nos han dicho que somos y no somos.
Quitar creencias y hábitos que nos retienen sin dejarnos crecer, abandonar todo cuanto limita nuestra verdadera
esencia: victimismos, críticas y autocríticas. Consiste también en replantearse
las directrices actuales de nuestra sociedad: que es como un río, cuya
corriente quiere arrastrarnos con ella y guiar nuestra vida, dejándonos poco
margen de maniobra. Es como una gran limpieza de armarios, una limpieza a fondo
de nuestro ser. Es ver dónde está el verdadero valor de nuestra vida más allá
del sentido puramente material y económico e ir tras él. Quien quiera
reencontrase tendrá que nadar a contracorriente, porque vivimos en un mundo
bastante ilógico e infantil dónde prima la inmadurez, dónde se venera el
dinero. El dinero no tiene nada de malo, es un medio, solo depende de quien lo
maneje y con qué fines lo utilice; pero parece que quienes manejan los hilos les falta perspectiva del bien común y de una
economía más ecológica. El mundo puede ser algo diferente y mucho mejor del que
tenemos. Ya no basta con quejarnos de cómo están las cosas actualmente, habrá
que aportar cada uno su granito de arena, para poder transformarlo. Cada uno
aportando lo mejor de sus cualidades para esta transformación, que es tanto
interna como externa; porque cuando empezamos a vivir con más frecuencia desde la consciencia, nace
también como un sentimiento de compromiso.
El camino del reencuentro es
largo, tiene muchas subidas y bajadas, con sus respectivas fases de luz y
oscuridad; pero conforme vamos avanzando nos volvemos más fuertes y luminosos. Las
vislumbres de la luz nos harán proseguir la senda, no hay vuelta atrás si queremos recobrar nuestra verdadera autenticidad.
Algunas personas llegan a él
porque se encuentran padeciendo un tremendo sufrimiento interno y éste es la
puerta que les lleva a atravesarlo y encontrar un sentido a su vida. Otras por
saturación de todo lo que les ofrece esta sociedad o porque sienten como una
falta de plenitud, como una falta de autenticidad que les convierte en un
buscador.
Decir también que las fases
de sombra, serán acompañadas por una
fuerte sensación de soledad, cuya sensación será como una paradoja: queremos
reencontrarnos y sentiremos que estamos atravesando un gran
extravío; pero todo esto forma parte del
viaje hacia la autenticidad de uno mismo. Volviendo a la comparación de la
limpieza de armario: para limpiar hay que localizar la suciedad y el desorden.
Esto también ocurre en nuestro interior y a veces no nos gustará lo que veremos, pero nos tocará atravesarlo con
nuestros cinco sentidos, sin huir para que eso sea sanado.
Las herramientas que nos pueden
ayudar a iniciar y atravesar esta aventura es: la meditación, el silencio, la
oración, lecturas de guías espirituales o algún libro de autoayuda, yoga,
ejercicio físico, interpretación sueños y a quienes les guste el arte alguna de
sus vertientes; pero la piedra angular de este gran trabajo es: la observación sin juicios y encontrar
espacios, durante el día, para acoger el silencio en nuestro interior.
Libros que me han sido de ayuda
para iniciar y proseguir este proceso:
“El silencio habla” y “El poder del ahora” de Eckhart
Tolle
“La maestría del amor” y “Los cuatro acuerdos” del Dr. Miguel Ruiz
“Creatividad y plenitud de la vida” (o cualquier otro tiene muchos) de Antonio Blay
Por último recordar que cualquier libro de Osho puede ser también de
gran ayuda.